N I C O

Ayer tuvo lugar primer Festival a Beneficio de Cáritas de la parroquia de Santiago Apóstol. Dio comienzo poco después de las 18 horas y terminaba algo más de tres horas después. Un elenco de artistas locales dieron un espectáculo de música, humor y color, todo ello desinteresadamente por colaborar con la entidad que desde hace decenas de años, ve más de cerca la cara de la injusticia y de la pobreza. Afortunadamente, el centro cultural de la Villa se llenó a rebosar y lo recaudado, contribuirá a aliviar un poco los extenuados recursos con que cuenta esta organización más exprimidos que nunca en los tiempos de crisis que vivimos.

Decía Gustavo Zerbino, uno de los supervivientes de la tragedia del vuelo que cayó en los Andes y que luego se llevó a la gran pantalla con la conocida película "viven", que en occidente no sabemos lo que decimos al quejarnos de crisis. Él, que ha viajado por todo el mundo ha visto las diferentes caras de la miseria y la pobreza más extremas. Nuestra crisis, es una crisis de "país rico" y quizás y, precisamente por eso, carecer de recursos cuando se vive rodeado de abundancia que nos meten todos los días por los ojos, hace que a esa situación se le una la de una depresión aguda.

Los colaboradores y voluntarios de CARITAS, que en Ibi como en toda España hacen una labor callada y eficacísima, son héroes anónimos que en un país de los llamados desarrollados como es España, le ven cada día la cara a los menos afortunados, proporcionando lo básico, pero estando sobre todo ahí acompañando situaciones menos afortunadas que la de la mayoría. Dedicar parte de tu tiempo, robárselo a tu familia, amigos y hobbies. Aportar en demasiadas ocasiones recursos propios y convencer a menudo a amigos y conocidos más afortunados para que colaboren. Todo eso, tiene un mérito tremendo. Pero lo que más mérito tiene es ver de cerca la cara de la pobreza, de la injusticia, del abandono social, del drama e irte luego cada día a dormir conociendo las caras, los nombres y apellidos de todas y cada una de esas situaciones.

Todos somos conscientes de que hay pobreza, de que hay familias que lo están pasando verdaderamente mal. De que hay personas vecinos y en ocasiones conocidos o familia nuestra que en un momento dado, por un cúmulo de circunstancias, pueden verse abocados a tener que acudir a los servicios de organizaciones como cáritas. Pero una cosa es saberlo y levantar brevemente la cara del plato de comida cuando nos lo recuerdan en las noticias, y otra cosa es estar en primera línea de trinchera enfrentándose con una realidad que está a la vuelta de la esquina. En ocasiones, incluso, teniendo que soportar la maledicencia de mentes bienpensantes que se permiten juzgar cómo y a quién ayuda Cáritas. Recomendaría a cualquiera que alguna vez pase un par de horas en los días de reparto, viendo las caras de quienes acuden a por algo de ropa de abrigo, una botella de aceite o un kilo de arroz. A quienes acuden desesperados porque tienen dos niños pequeños y no tienen para la bombona de butano o a quien ha venido de miles de kilómetros a buscarse el pan, y no tiene ni pan, ni trabajo, ni techo y además no sabe expresarlo y recibe únicamente el desprecio.

Vaya mi homenaje para todos y cada uno de los colaboradores de Cáritas que, cada día, hacen frente a la cara más dura de la pobreza y se van a dormir con los problemas de los que la mayoría sólo sabemos de oídas.