Capaces de lo mejor

Tenía otra entrada preparada hoy para el blog. Después de lo sucedido hace escasas horas, con la liberación de los primeros mineros que llevan varias semanas sepultados setecientos metros bajo tierra en una mina del desierto de Atacama, hablar de cualquier otra cosa me parecería hasta superficial.

Definitivamente, son de las cosas que a uno le reconcilian con el ser humano, capaz de estar constantemente haciéndose la puñeta, cuando no inventando artilugios para destruir a media humanidad o inventando guerras por medio mundo. Durante varios meses, técnicos de diversos lugares del planeta, han unido esfuerzo, intelecto e imaginación para rescatar con vida a 33 mineros que tuvieron el infortunio de quedarse atrapados mientras realizaban su trabajo, sin duda uno de los más duros que existen y en condiciones en la mayoría de las ocasiones por debajo del umbral mínimo de la dignidad humana y la seguridad.

Se han invertido millones, horas y esfuerzo desde que se supo que estaban vivos. Estamos viviendo en directo desde hace varias semanas una epopeya similar a la que en su día supuso el accidente de avión en los Andes del equipo universitario uruguayo de rugby, que nos contaron posteriormente en la exitosa película "Viven", pero con el nuevo ingrediente que añade la "globalidad" y la posibilidad de estar contactados con cualquier parte del mundo y recibir información prácticamente al minuto. Gustavo Cerbino, superviviente de aquella epopeya de los Andes, nos dio testimonio en Ibi de la capacidad de supervivencia del ser humano en situaciones límite. "Salimos adelante porque no sabíamos que era imposible", nos dijo en una de las frases que recuerdo.

Esta historia de los mineros chilenos ha acabado bien y nos ha permitido creer un poquito en la humanidad. Cada día , a nivel más íntimo y doméstico, se producen historias de superación, de entrega, de amor por nuestros semejantes. Lamentablemente siempre trasciende lo negativo, lo superficial. Recréemonos pues con esta historia real que nos permite sonreir y emocionarnos con todas las familias de los supervivientes y tener algo más de esperanza. Merece la pena.