Y la trola se destapó...

Allá por junio de 2010, cuando faltaba menos de un año para las elecciones municipales de 2011, el partido popular repartió su panfleto de mentiras. Llamándose el pico de la gaviota, podríamos decir que estaba repleto de cagadas de gaviota, animal conocido como "el cerdo del mar", porque todo se lo come y todo lo deglute. Comiendo cualquier cosa, luego ya se sabe, las deposiciones son del mismo calibre. Como llevaban una legislatura para no perdérsela, con concejalas dimitidas, imputadas, expulsadas, otros cabreados, otros apartados sin delegación y la cosa ya pintaba mal, pero que muy mal, había que editar un panfleto con más mentiras de las habituales. Pero bueno, eso no es novedad. La novedad es que en este caso en concreto, jugaban con la ventaja de que para demostrar que esas mentiras lo eran de cabo a rabo, algunos necesitábamos acceder a la documentación que hasta el viernes de la semana pasada, se nos negaba.

Yo dediqué entonces una entrada en esta bitácora, el 25 de junio de 2010, a la que podéis acceder pinchando AQUÍ, titulada "el panfleto del miedo". Entonces yo terminaba la misma con un párrafo que reproduzco íntegramente por su actualidad: "en cuanto al tema de la factura que pretenden atribuirme, es muy fácil señor Agüera. Ponga el día y hora que usted quiera, en el salón de actos de la casa de la cultura, con público, con televisión en directo, y comenzamos a proyectar en pantalla gigante sus facturas de sus visas y las de sus compañeros, de las mías, sus dietas y las mías, sus viajes y los míos, sus gastos y los míos. Con debate y todas las explicaciones necesarias. Y por supuesto, con disponibilidad para todos de toda la documentación que hace tres años que esconden. Están tardando.

Aquello, como decía, era junio de 2010. Han pasado 2 años desde entonces y ahora ya es tarde para muchas cosas, pero yo vengo diciendo que en aquél panfleto publicaron como mía una factura de un conocido restaurante de la localidad de Alicante, por importe de 589'68.- Euros. Me harté hasta la saciedad de sostener donde pude, que aquél cargo correspondía a la Visa de Miguel Ángel Agüera. Que precisamente por eso no habían podido aportar el albarán firmado por mi parte y con mi visto bueno. Solicité sin éxito dicha factura en el ayuntamiento. Los mismos funcionarios que ahora se muestran la mar de receptivos a mostrar lo que toque (no hay más narices), me lo negaron entonces aduciendo que recibían órdenes. La entidad financiera Bancaixa a la que solicité en tres ocasiones los extractos vía los directores de las dos oficinas de Ibi, primero me decía que no había pega, y luego me las negaban diciendo que el Ayuntamiento era el titular último y por tanto quien tenía que solicitarlas.

Ahora, puedo decir que aquél cargo se corresponde a un pago efectuado con la tarjeta de Miguel Ángel Agüera Sánchez, concretamente a la tarjeta nº 4563-4100-1013-6614 de la cual él era el único titular. A Miguel Ángel Agüera, cuya honorabilidad está a la altura de las cinco imputaciones que tiene por malversación, negociaciones prohibidas a los funcionarios, blanqueo de capitales, cohecho y falsedad documental, un poco más de mierda en su expediente y una mentira más al albañal de porquería que constituye su pasado y su presente, estoy seguro le tiene sin cuidado. A los redactores que suscribieron aquél montón de detritus y mentiras que era el Pico de la Gaviota seguramente también. Llevan varios años viviendo a sueldo de mentir y enmierdar el panorama. A los que aún nos estimamos algo nuestra honorabilidad esto nos llega tarde, pero ha llegado. No descubro nada demostrando una vez más que Agüera es un mentiroso. Un mentiroso que, afortunadamente, ya no tiene poder ni sueldo público.