Despilfarros escandalosos

Tengo por costumbre no ver canal 9. No porque tenga alergia a ninguna televisión en especial, simplemente porque es una televisión mala, mala, pero mala, además de tremendamente manipulada o precisamente por esto último, lo de mala, digo. El hecho de que no la vea demasiado, no quiere decir que no la haya visto en el pasado. De facto, la vería más a menudo si no fuera por la nefasta calidad general de sus programas y, especialmente, sus informativos monocolor, tertulias monocolor, etcétera. Por no hablar del infumable tratamiento que en los programas deportivos dan los forofos locutores, que hacen que sin tener ninguna culpa, muchos valencianos aborrezcan al Valencia club de fútbol o que prefieran verlo a través de la sexta.

Que los gobernantes de turno tienen la tentación de abusar de su posición y tirar continuamente de incienso en las televisiones que controlan, de ocultar lo máximo posible al rival político y de "entontecer" al ciudadano que les paga con estupideces varias es sabido y conocido. Pero el grado de abuso al que ha llegado nuestro canal 9 sobrepasa todo lo admisible, precisamente por ello, sus audiencias no es que sean bajas, es que son "subterráneas" y ahora, con la entrada de la televisión digital y la existencia en cualquier casa de más de cincuenta canales de todo tipo, les llevará si no a la desaparición, a la necesaria conversión a un medio mínimamente serio.

Para que vean que no es una manía exclusivamente de temas políticos o de opinión, en qué cabeza cabe que, a la misma hora en la que una televisión privada de ámbito nacional y por tanto con cobertura generalista, da un partido de fútbol (LA SEXTA), ese mismo partido lo de una televisión pública (tanto da que sea Canal 9 o cualquiera otra de la FORTA). En qué cabeza cabe, que a la misma hora que la misma televisión privada y de ámbito y cobertura nacionales (LA SEXTA de nuevo) esté retransmitiendo la Fórmula 1, canal 9 esté emitiendo exactamente lo mismo.

Lo anterior, que no tendría tampoco justificación en épocas de bonanza, roza el insulto, el esputo y el cachondeo respecto del sufrido ciudadano pagano que paga los despilfarros, el desfase y el déficit multimillonario de una nefasta televisión autonómica. Eso además, en la Comunidad Autónoma a la cola en la aplicación de la ley de la dependencia, o en una población como Ibi, en la que casi ochenta familias se quedaron sin poder apuntar a sus hijos a una escuela infantil pública. Eso sí, tenemos el fútbol y la fórmula 1 televisados por el infumable canal 9. Solamente en el año 2008, el consell ya asumió el déficit que arrastraba la cadena y que acumulaba los 1.140 millones de euros, y en el año 2009 casi llegó a los 300. ¿Imaginan los hospitales, colegios, ayudas a las pymes, prestaciones a dependientes, etcétera, etcétera que podrían hacerse?

Lo anterior por sí sólo, debería motivar que la gente saliera a la calle a exigir sus derechos, pero da la sensación de que la sociedad está más que anestesiada, bloqueada, alienada de tanta manipulación, tanta jeta, tanta corruptela y tanta poca vergüenza . Mientras tanto, los ¿informativos? (debiéramos decir deformativos), de la ínclita cadena pública, siguen emitiendo NODO tras NODO, haciendo seguimiento de las bondades de Camps y ocultando todo lo relativo al Gürtel, al cese de Costa, o a la masiva manifestación en defensa de la Ley de Dependencia que tuvo lugar en Valencia el año pasado y de la que no se dio ni un segundo.