Barrer para casa

Por si alguien no lo sabe, la señora que aparece al lado de nuestra alcaldesa en la fotografía, es Trinidad Miró, Consellera de Cultura del Gobierno Valenciano y, para más señas, alcoyana. En los últimos gobiernos, la vecina localidad de Alcoy, con la que nos unen tantos vínculos de todo tipo (fiestas, trabajo, familia y seguramente amigos), ha tenido la suerte de contar en los sucesivos gobiernos de la Generalitat Valenciana con cargos originarios de su ciudad. Por tener, tiene hasta dos diputados en las cortes generales, Amparo Ferrando y Miguel Peralta, curiosamente, pertenecientes cada uno de ellos a las dos facciones del partido popular, Campista la primera y Zaplanista el segundo. Tener influencia y peso político ha sido algo que ha propiciado que desde hace muchos años, Alcoy cuente con infinidad de servicios que otras ciudades de similar peso demográfico no pueden ni imaginar. De hecho, la población actual de Alcoy, poco más de 60.000 habitantes, es similar a la de varias ciudades de la provincia de Alicante (Elda, Denia) y ha sido superada con mucho por otras (Benidorm,Elche, Torrevieja y Orihuela, por ejemplo).

Hace varias décadas, ese peso político tenía su razón de ser, ya que Alcoy ha sido desde siempre una de las ciudades más importantes de la provincia de Alicante, solamente superada en población y peso económico por la propia capital y luego ya a mediados del siglo XX por Elche. Pionera en la industria valenciana y española, fue todo un ejemplo de superación y de esfuerzo en una zona, al igual que la nuestra, más bien pobre y mal comunicada. De una ciudad entre barrancos surgió una potencia industrial pionera en muchas cosas. La situación actual de Alcoy, por diferentes circunstancias, no es la de hace décadas y el sector servicios, con sedes de diferentes departamentos de consellería, hacienda, seguridad social, el Hospital comarcal y la universidad, dan empleo a una parte importante de la población, aunque la industria sigue teniendo su protagonismo. Dicho todo lo anterior, siguen teniendo una cosa casi tan importante como todo lo demás, peso político en diferentes estamentos. Y uno de esos pesos es tener en la actualidad una consellera.

Como de bien nacidos es ser agradecidos, no seré yo quien le reproche a la consellera que, como todos los políticos, traten de barrer para su casa y ayudar a su ciudad de origen un poco más que a las demás. Lo que ya no me parece ni justo, ni apropiado ni mesurado, es que la consellera haya decidido destinar más de diez millones de euros a restaurar diferentes edificios religiosos en la ciudad de Alcoy, y a financiar el proyecto cultural más ambicioso de la consellería que dirige, "La Luz de las imágenes", con más de DIEZ MILLONES DE EUROS, mientras otras ciudades como Ibi, suplican limosna para dotar el proyecto del Museo del juguete, también desde hace décadas, y pasan de nosotros olímpicamente. Cuando la celebración del Centenario del Juguete, pasaron de nosotros todas las administraciones, en lo que fue todo un record de "pasotismo" institucional. Ni gobierno central, ni diputación ni consellería estuvieron a la altura

Que Ibi cuente con el museo valenciano del Juguete, del cual son socios a partes iguales la propia consellería de Cultura, la CAM y el Ayuntamiento, y que la aportación se quede en unos exiguos 30.000 euros anuales, cuando Ibi es el centro Español del Juguete y tiene una colección, unos edificios y un potencial para albergar un museo que tendría más de doscientos mil visitantes potenciales al año, creando empleo, riqueza y propiciando que el comercio y la hostelería locales florecieran, y que no pueda despegar porque los sucesivos conselleres miran para otro lado, es de auténtico escándalo. Pero que se destinen más de mil setecientos millones de las antiguas pesetas a un único proyecto del pueblo vecino, y que se ningunee así a una infraestructura cultural tan necesaria y MERECIDA para Ibi, supera todo lo superable.

Ya hubo un agravio comparativo cuando la consellería dotó con una importantísima cantidad el Museo de la Fiesta en Alcoy y se pasó de Ibi. Pero lo de ahora supera todo lo admisible. Dicho con el debido respeto, Honorable Consellera, Ibi merece mejor trato, más respeto y toda la consideración. Barrer para casa de una forma tan descarada es más propio de la época de Bienvenido Mr. Marshall, aunque con el cortijo que hay montado en Ibi, nada me extraña. Mientras tanto, podemos esperar que la fábrica de Payá se acabe de caer del todo, o que haya otro conseller que nos mire con más respeto. Es lo único que pedimos, respeto.