El Bus de la Marcha Atrás

No pretendo referirme a uno de los proyectos del gobierno municipal. Del bus de la marcha he hablado en alguna ocasión y algún día hablaré en el blog. La entrada de hoy es para tratar el tema del transporte municipal en Ibi, a colación de una de mis preguntas efectuadas en el último pleno, habida cuenta de que llevamos varios meses con el autobús municipal Averiado. La respuesta de la concejala Rosa Ibáñez fue "que efectivamente era así. Que la reparación era muy costosa y que en breves fechas ibamos a tener otro que estaría unos meses de prueba, a ver qué tal .."
Lo anterior a mi modo de ver pone de manifiesto varias cosas. Una población que ronda los 25.000 habitantes como Ibi, con una extensión del casco urbano bastante amplia y con diferentes servicios importantes diseminados en varios puntos de la población separados por distancias que superan en ocasiones los cuatro kilómetros, necesita tener un transporte público de calidad. Esta ha sido una de las reivindicaciones que desde ADIi, llevamos peleando bastante en solitario. En el escaso mes y medio que tuve la oportunidad de ostentar la concejalía de servicios públicos, una de las cuestiones que moví de inmediato fue solicitar a una empresa del gremio un presupuesto y estudio para el transporte público en Ibi. Dicho estudio lo tuve sobre mi mesa y reflejaba cuestiones bastante básicas, tras haber hecho la empresa un estudio meticuloso haciendo los recorridos del autobús por todas las paradas municipales durante varios días. Es decir, para una población como Ibi, con dos autobuses municipales podría prestarse un servicio con una frecuencia de paso por las diferentes paradas, de algo menos de 15 minutos. Es decir, un transporte público con una frecuencia de paso normal, y no lo que tenemos ahora. Mi paso por dicha concejalía fue efímera ya que el pacto de gobierno acabó como todo el mundo conoce.

Que una población como Ibi, en la que que presumimos de industriales, innovadores, competitivos y que, indudablemente, en muchos aspectos tiene un nivel de vida superior a muchas poblaciones con número similar de habitantes, tenga un transporte público con un único autobús municipal, que se rompe cada dos por tres, y que cuando funciona tiene una frecuencia de paso por las paradas que no es constante y que supera con mucho los treinta y cinco o cuarenta minutos, dice mucho del pueblo que somos y del que queremos llegar a ser. Porque esto es la pescadilla que se muerde la cola. Cada vez que hemos planteado el tema, las respuestas son vagas e inconsistentes, pero siempre abundando en lo mismo: el servicio es deficitario, con un autobús la frecuencia de paso es escasa y por tanto es escasamente utilizado. Lógico, si hubiera al menos dos autobuses con una frecuencia de paso de quince minutos como mucho y la gente supiera que cada quince minutos puede coger un autobús desde el barrio Mirasol (por ejemplo) para bajar a nadar a la piscina climatizada o al centro de Salud, o para ir a la biblioteca, seguramente muchos abandonarían progresivamente la idea de coger su coche particular en el casco urbano y el transporte público, que como servicio público no tiene porqué ser rentable, sería menos deficitario por un mayor uso. Y desde luego, las personas a las que a veces vemos sentadas en los bancos frente al mercado municipal, cargadas de bolsas esperando a que pase el autobús, sabrían que con regularidad el servicio funciona y que no depende del tiempo, de las averías o de que no hay dinero para eso.

Con el actual sistema, las personas de edad avanzada que van cogiendo miedo a coger el coche, o las que directamente no tienen coche, por no hablar de los cientos de estudiantes que todos los días tienen que desplazarse a los institutos de secundaria concentrados en un único extremo de la población, son ciudadanos ya no de segunda, sino de tercera. Una de nuestras propuestas tanto en el programa electoral de 2003 como en el 2007, era apostar por un transporte público eficiente y de calidad. No me resigno a que sigamos siendo tercermundistas en este aspecto. No podemos ir tirando el dinero en costosas galas del deporte, vinos de honor a toda hora, hinchables cada dos por tres, un boletín informativo municipal que cuesta un dineral cada vez que se edita, o docenas de cuestiones menores totalmente inútiles y que no dan ningún fruto, y decir que no hay dinero para transporte público. Las personas mayores que quieren desplazarse periódicamente al mercado, al centro de salud, los que quieren hacer deporte, los que acuden regularmente a la biblioteca o los estudiantes de secundaria merecen un respeto, merecen este servicio