Mañana volverá a ocurrir..(que vinguen carregats)

Sucede todos los años. Da igual que amenace lluvia, que el frío apriete. Da igual la crisis. Da igual que ese día nos duela algo. Invariablemente, el milagro, la magia de la ilusión se produce cada cuatro y cinco de enero en Ibi.

Ayer, una vez más, miles de niños de Ibi y de fuera de Ibi, depositaron su carta en los buzones del Heraldo y los pajes de sus majestades los Reyes Magos de Oriente. Los nervios de los niños inquietos los últimos días, se van multiplicando. La pregunta más repetida por nuestros hijos en las últimas semanas -¿cuánto falta papá?-, llega a su respuesta. Demá, tete, demá. Conforme les llega su turno para echar la carta, sonríen nerviosos. "A mí m'ha tocat el negre, papi!. Te igual, tete, te igual, les llegirán totes, i s'en recordarán de tots els xiquets i xiquetes"

Porque en Ibi, los días 4 y 5 de enero se produce otro milagro, todos nos ponemos de acuerdo en que es el recuerdo más bonito de nuestra infancia y que, en Ibi, la fiesta de los Reyes Magos y todo lo que la rodea, es especial. En los setenta minutos de cola aguardando el turno para echar la carta, veo caras conocidas de gente que hace años se fue de Ibi por motivos laborales, pero que cada cuatro y cinco de enero vuelven. Porque quieren que sus hijos vivan la magia que ellos vivieron. Mañana muchos prestamos balcón o casa para que amigos y familiares de fuera vivan también esa magia. El niño que la noche del 5 de enero recibe un paquete del paquetero real, creedme, no lo olvidará nunca. Porque ese día, al menos ese día, a la mayoría de los ibenses Ibi sí nos parece especial y un poquito mejor que otros sitios.


Y otra vez más, cuando sus majestades, después de visitar el palacio de Herodes, acudan a adorar al niño en el portal instalado en el carrer les Eres, acompañados con los sones del Aleluya de Hendl, e iluminados por las bengalas de cientos de niños, me volveré a emocionar recordando mi infancia y viendo a mis hijos y a todos los niños abriendo los ojos tanto como pueden. Y cuando Baltasar dé la orden a sus servidores negros para que lleven juguetes a todos los niños y niñas de Ibi, los paqueteros arrancarán a correr con sus escaleras y me estremeceré como cuando era niño. El espectáculo de magia, emoción y sobre todo, ilusión, se revivirá de nuevo en cada escalera apoyada en un balcón, en ese paquete que se retrasa pero que siempre llega, en ese beso robado a Melchor, Gaspar y Baltasar en su carroza. Y se repetirá el milagro
Que vinguen carregats....