Última entrevista en Radio Ibi correspondiente al 10 de ABRIL del año 2015

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jueves, 27 de marzo de 2014

Vuelva usted mañana...

Ayer por la mañana, exactamente a las 10'30, tenía que asistir como letrado a la declaración de un cliente en un procedimiento penal. Esto era en un juzgado de la provincia de Alicante, no daré nombres, pero aclararé que no era el de Ibi. Como suele ser en estos casos, quedas con el cliente al menos quince o veinte minutos antes, para cambiar últimas impresiones. Diez minutos antes de la hora prevista, entré y avisé a la funcionaria que llevaba el asunto que tanto el cliente como el letrado estábamos fuera, y para que me confirmase si todo era correcto, si antes de nuestra declaración había otras y si había algún retraso o inconveniente.

La funcionaria me dijo que no había nada antes, que nuestra declaración era la primera, pero que "esperásemos sentados, que su señoría ni si quiera había llegado aún". Primera andanada matinal. Evidentemente, no se me ocurrió preguntar si su señoría, en este caso una juez de carrera, con plaza en propiedad y su oposición duramente aprobada y tras su periodo en la escuela de práctica judicial, no había llegado aún porque estaba en algunas diligencias fuera del juzgado, o simplemente porque llegar más tarde de las 10'20 era una práctica habitual.

A eso de las 10'40 llego la señora juez. Pensé, bueno, no llevamos aún demasiado retraso. Mi gozo en un pozo, 2 minutos después de entrar en su despacho, volvió a salir, no voy a elucubrar a qué menesteres. Seguimos esperando. Veinte minutos después más o menos, eran ya las 11:00, su señoría regreso de donde hubiese ido. Mi cliente y yo seguíamos esperando pacientemente. En ese tiempo, ha de decirse que te da tiempo a hablar de política, del tiempo, de la economía y hasta de bares de copas. Quizás estos retrasos están pensados para contribuir a que las personas nos socialicemos un poco más en estos tiempos donde la tecnología todo lo invade y todo lo desnaturaliza. Mejor tomárnoslo con humor.

Sin ningún tipo de explicación, ni de excusa, ni de nada, la funcionaria salió a eso de las 11:20 horas a pedirnos nuestros respectivos documentos de identificación. Bueno, parece que ya nos va a tocar. Pero aún esperamos otros quince minutos. Entrábamos en el despacho de su señoría a las 11:35, con una hora y cinco minutos de retraso, sin recibir ninguna excusa, ninguna explicación y, por supuesto, ningún tipo de disculpa de una juez que no tiene más de treinta años y que ya se las gasta así. Cuando lleve veinte años de ejercicio no quiero ni pensarlo. En honor a la verdad, he de decir que un juez (aquí si diré el lugar), nos pidió disculpas a todos los asistentes por el retraso con que comenzó la vista, debido a lo que se alargó la que se celebró previamente. Él no tenía ninguna culpa, pero así y todo nos pidió disculpas varias veces. Era en Villena y me sucedió hace seis meses.

En el caso de ayer, que suele ser la norma, sucedió todo lo contrario. Y eso sin que previamente hubiese sucedido nada, absolutamente nada que justificara comenzar tarde por las santas narices de alguien que ya desde joven marca distancias, con una mala comprensión de lo que significa, tener poder, del tipo que sea. Todo, para una declaración que se despachó en menos de quince minutos. Nosotros, mi cliente, un ciudadano como cualquiera, y yo mismo, un profesional como los cientos de miles de este y otros gremios, tuvimos que llegar no ya puntuales, sino con antelación para prever cualquier contingencia. No llegues puntual y verás lo que sucede si ellos sí lo hacen. Sin embargo, la administración, en este caso de justicia, puede permitirse valorar que tu tiempo no vale una mierda, que puedes y tienes la obligación de perder hora y media porque ellos tienen otras cosas que hacer y esto sucede, TODOS LOS DÍAS EN ESTE PAÍS, y nadie le pone remedio. Y encima pon buena cara y no te quejes, o atente a las consecuencias. Como decían los chistes del tardofranquismo para reflejar este tipo de cuestiones, pues eso, vuelva usted mañana.

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