¿qué hacemos con el Alamí?

La fotografía que encabeza la entrada de hoy ha sido tomada hoy mismo. Si ya de por sí desolador resulta ver toda una zona urbanizada (deficientemente, eso sí), en la que hay cientos de farolas, miles de metros de acera y en definitiva, mobiliario urbano que ya está siendo progresivamente degradado antes de ser recepcionado, aún contribuye más a esa desolación el hecho de que sea una auténtica selva de maleza que crece sin control y sin mantenimiento. No olvidemos que, al Ayuntamiento, hoy por hoy, no le corresponde mantener, limpiar ni cuidar un sólo metro de esa urbanización. Al menos a priori

Cada día que pasa, creo que ya no hay nadie que dude que el empeño en urbanizar esos 350.000 metros cuadrados solamente fue fruto del empeño de un par de dirigentes en construir un monumento a la especulación y que los intereses que obligaron a familias propietarias a asumir esta insoportable carga eran otros mucho más turbios. Pasear por Ibi, como por el resto de localidades de nuestra provincia, es observar un mar de carteles con el letrero de "SE VENDE" o "SE ALQUILA". Pisos, locales y viviendas en general, nueva y de segunda mano, proliferan por todo el casco urbano. Donde antes no encontrabas nada por menos de 120.000.- euros, ahora se están vendiendo auténticos "chollos", para aquellos que disponen del dinero para comprarse una vivienda, o son de los privilegiados que acceden a financiación. Hoy, quien tiene la necesidad de acceder a un derecho fundamental como es la vivienda, tiene precios que están dentro de la lógica y de lo que puede permitirse el sueldo de un trabajador, el que tiene la suerte de tener trabajo, lógicamente. Así y todo, la bolsa de viviendas en Ibi es tan grande, que la necesidad de vivienda para familias y ocupantes nuevos no podrá absorberla en al menos quince años y eso siendo optimistas.

Con este panorama, pinta aún más negro el futuro de esta urbanización y se abre un auténtico dilema ante lo que pueda suceder a corto y medio plazo con la misma. Ahí hay más de quinientas farolas, decenas de miles de metros cuadrados de zonas "verdes" (por llamarle de algún modo), columpios, aceras que de momento no han sido recepcionados por el Ayuntamiento y que, en el Estado en que se encuentran, difícilmente van a ser asumidas por la administración. Una empresa, GENERALA, en una situación nada boyante por decirlo de un modo suave, que no ha cumplido con los compromisos asumidos con la población de Ibi. Unos solares que obligan a pagar a sus propietarios contribución urbana por tener en teoría, el derecho a poder construir en sus parcelas que antes eran bancales.

La alcaldesa en su día les espetaba a estas familias propietarias algo así como que "les había hecho millonarios". El otro responsable del desaguisado, Miguel Ángel Agüera, anda ahora ocupado en otras cuitas, despojado de la portavocía y según nos informan, no muy bien considerado por sus nuevos compañeros de corporación, que le consideran responsable de haber dejado unas arcas vacías, una oficina de urbanismo empantanada y mal gestionada, y varios muertos, como este del Alamí u otros como Barberá o Santa Lucía, que veremos como acaban, amenazando con lastrar el futuro de las arcas municipales y el de todos los ibenses. De momento, como mínimo, alguien debería de velar porque toda esa maleza no sea un peligro para lo que hay allí, que ya sería el colmo