Última entrevista en Radio Ibi correspondiente al 10 de ABRIL del año 2015

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martes, 12 de febrero de 2013

Ya está aquí...


Llega sin avisar. No sabes si lo has cogido tú, te lo han pegado, o es una mezcla de todo. Comienzas a notar una leve irritación en la garganta. Le sigue una congestión nasal acompañada, en ocasiones, de dolor de cabeza. Conforme avanzan las horas, notas que tu voz se la ha llevado alguien y aunque quieres hablar, solamente te salen unos sonidos guturales, como sacados del fondo de una cueva. Tu lengua parece que se vuelve como más gorda y adquieres consciencia de su textura y de su grosor. No sabes si es la lengua lo que crece de tamaño, son tus amígdalas o ambas cosas.

Los ojos se te van enrojeciendo y crees que vas a agotar las existencias de pañuelos de papel. Terminas de sonarte y sigue saliendo moquita. Hasta el papel más extrafino y con más capas de celulosa te va dejando en carne viva los las aletas de la nariz. No falla, el trancazo ha llegado y se ha quedado contigo para unos días.

El de este año dicen que cuesta de curar. Justo ahora cuando más trabajo tenías, cuando más visitas programadas, cuando tenías que hacer esta o aquella llamada imprescincible, te coge de donde más te duele y se queda contigo. Y promete durar. Habías escuchado que tu amigo lo tenía, o tu madre, o tu abuela, tus hijos se lo iban pasando. Creías que eras invencible, porque cada mañana tomas zumo de naranja natural y a tí no te iba a coger. Pero aquí está. No entraremos en terminologías médicas, no sea que alguien versado en la materia nos riña, así que no lo identificaremos ni como gripe, ni como resfriado, ni siquiera como catarro. Lo identificaremos con esa denominación tan española que sirve para describir lo que nuestros limitados conocimientos no alcanzan a nombrar, por eso le llamaremos "TRANCAZO".

Con la certeza de que otras veces ha pasado y de que ese malestar que nos invade se marchará para instalarse en otro cuerpo, dejo estás líneas, no sea que os lo pegue. Y no sé por qué, el cuerpo me pide el tono meláncolico del gran, inconmensurable, Van Morrison

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