Mierda de país...

Si anoche alguien tuvo la oportunidad de ver el programa "Salvados" dirigido por un periodista, Jordi Évole, más conocido por el personaje que en su día comenzó a encarnar formando parte del equipo de otro genio, Andreu Buenafuente, seguramente incrementó su grado de cabreo con las clase política de este país en varios puntos.

A veces se habla de patriotismo, de sentir los colores, la bandera y una serie de cuestiones bastante ambiguas. Últimamente mi país no me da demasiados motivos para sentirme orgulloso de nada, al menos en abstracto. Hay, sin embargo, muchas personas o colectivos, unos anónimos, otros más conocidos, que sí dan motivos cada día para sentirse orgulloso. Gente que trabaja en el campo de la solidaridad, de la investigación, de la cultura, sin abanderar más causa que el trabajo bien hecho o el interés por hacer que algún aspecto de la sociedad en que vivimos y el espacio que compartimos con mucha más gente, mejore al menos en parte.

Jordi Évole, haciendo preguntas que parecen sin ninguna intención y con ese aire de despistadillo, da cada domingo una lección de periodismo, con un aire nada recargado y sí muy distendido y fácil de entender. Mete el bisturí en cuestiones que importan a la gente y desmenuza los intríngulis de muchos de los problemas que nos acucian a la mayoría , así en general. Desde la crisis bancaria, los retrasos en los juzgados, los desahucios o como anoche, la financiación de los partidos políticos o el funcionamiento del tribunal de cuentas, donde nos enteramos que la mayoría de sus miembros son políticos en excedencia o gente muy vinculada ideológicamente con los dos partidos mayoritarios de este país, del que pretenden que nos sentamos orgullosos. Hay un par de miembros que sobrepasan los 80 años (uno con 85) y algunos llevan más de veinte años en el cargo. Lo anterior no pasaría de ser una anécdota. Soy de los que pienso que la edad no debe de ser un problema si ejerces tu trabajo con competencia y aportas sabiduría y experiencia a profesiones que la requieren.

Sin embargo, con la tasa de paro juvenil más alta de Europa y, entrando en el fondo del problema, tratándose de que el tribunal de Cuentas está plagado de políticos que deben de fiscalizar las cuentas de los partidos a los que pertenecen o han pertenecido, es una muestra más para avergonzarse de tu país y no para estar orgulloso. Como lo es, que la misma banca que lleva una media de 200 desahucios por día, dejando en la calle a gente que tenía medio piso pagado, porque hace dos años que todos sus miembros se quedaron en el paro, haya perdonado cientos de millones a los partidos políticos que deben de evitar dramas como el anterior. Si han perdonado la deuda (condonar, le llaman, por lo de poner el condón, imagino, para joder a una parte de la sociedad y beneficiar a una muy pequeña) es porque esperan beneficiarse en el futuro de ese favor, hasta ahí llegamos todos, no somos imbéciles. Otro motivo para no sentirse orgulloso y sí tener mucha vergüenza.

Como lo es, el hecho de que hayan pasado ya cuatro días con sus cuatro noches desde que fallecieron cuatro jóvenes en una macrofiesta organizada en un edificio municipal propiedad del Ayuntamiento de Madrid donde, como se está viendo, se incumplieron medidas de seguridad, había gente implicada en temas de drogas, la empresa organizadora tenía presuntamente un trato de favor de alguien del Ayuntamiento, y ni un sólo cargo político ha puesto su dimisión encima de la mesa, siquiera para reconciliarse un poco con su conciencia y poner algo más de paz a una sociedad harta de tanta irresponsabilidad, tanto trinque y tanta desvergüenza. Este último, es sin duda el caso más extremo, pero no me pidan que me sienta orgulloso de algo en abstracto. Esto desde luego no pasaría ni sería consentido en ningún otro país de Europa. Prefiero buscar referentes y motivos de orgullo en la buena gente, las buenas acciones y el trabajo bien hecho, aún hay mucha gente que intenta hacer cada día las cosas bien. Por cierto, hoy a las 18 horas hay pleno.