Última entrevista en Radio Ibi correspondiente al 10 de ABRIL del año 2015

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miércoles, 7 de mayo de 2014

Hacen falta Sérpicos...


Tema principal de la película "Sérpico", compuesto por MIKIS TEODORAKIS

Leer el periódico cada mañana, escuchar las noticias o verlas por televisión, se están convirtiendo en un monótono mantra sobre corrupciones varias en todos, absolutamente en todos los estamentos. Por mucho que uno quiera autoconvencerse que los casos de podredumbre son protagonizados por una minoría, la realidad es tozuda. Da igual por donde toques: partidos políticos, sindicatos, policía, judicatura, asociaciones empresariales, clubes deportivos profesionales de diferentes deportes, federaciones, entidades culturales...La retahíla es interminable.

Allá por los años 70 Al Pacino protagonizó al personaje del policía Frank Serpico, un humilde agente de Brooklyn que entró cargado de ilusión en la policía, tras esforzarse duramente para ello compaginando trabajo y estudios. Descendiende de inmigrantes italianos, al instante se dio cuenta de lo que le rodeaba entre quienes, en teoría, tenían que defender la ley y hacerla cumplir. La corrupción estaba instalada hasta en los tuétanos del cuerpo policial de Nueva York. Inocente Sérpico, acudía una y otra vez a sus superiores a denunciar la situación. El resultado: repudiado por sus compañeros, amenazado, agredido y perseguido.

La película, con esa pátina decadente que tiene gran parte del cine de los 70, relata perfectamente la trama. Va introduciéndonos perfectamente en la desesperación de su protagonista, en la frustración absoluta que va invadiendo al personaje (son hechos reales) y que, como los intocables de Elliot Ness, al final le lleva junto a otro pequeño grupo de agentes dignos y decentes, a enfrentarse a la situación con el apoyo - muy escaso - de algunos mandos intermedios. Todo se tapaba, todo se justificaba y todo se permitía. "Es el peaje que tienen que pagar delincuentes, traficantes y extorsionadores", trataban de justificarse los corruptos. "Si no lo hacemos nosotros, que nos jugamos la vida por un mísero sueldo, lo harán otros", insistían para intentar convencer al agente rebelde. Es el mundo al revés en que los corruptos y delincuentes se consideran los morales y reprochan la "inmoralidad" del que les afea la conducta y les denuncia.

Al final, la historia es conocida, a Sérpico casi le cuesta la vida y en la cama del hospital lanza a la cara la condecoración a sus superiores. Las conclusiones, solamente tras el "casi fallecimiento" de un agente que, literalmente, empeñó su vida en ello, fueron demoledoras. Prácticamente tres cuartas partes de la policía de Nueva York estaban corrompidos de un modo u otro. La práctica de aceptar sobornos, extorsionar a delincuentes y mirar para otro lado eran lo habitual. La excepción era el cumplimiento de la legalidad.

Podemos pensar que en los 70 la sociedad inmersa en plena crisis del petróleo padecía una crisis económica y de valores. ¿os suena la letra y la música? Es la historia de siempre. Y el problema ya no es que apeste. Al final todos los que protagonizan y viven en la corrupción y de ella en todos los estamentos citados al principio no surgen de planetas extraños. Surgen de esta misma sociedad, se han educado en familias "normales" y tratan de autoconvencerse que "todo el mundo lo haría". Me niego a educar a mis hijos en ese convencimiento, en esa indolencia, en esa resignación cobarde. Pero es difícil, muy difícil ir contra corriente. Dejo colgada al principio la excelente banda sonora que Mikis Teodorakis compuso para este magnífico film, que consigue reflejar la melancolía y la frustración del principal protagonista.

1 comentario:

  1. Magnífica reflexión y fantástico film. Pero como bien dices, no hay que perder el norte ni los principios. De lo contrario los malos ganarán dos veces. Y los buenos somos más, muchos más...
    Tófol

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