La cultura del debate

Esta noche tendrá lugar el debate entre los candidatos de los partidos con mayor representación, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. A estas alturas del partido, con lo que vienen diciendo las encuestas y tras una legislatura que ha coincidido con la mayor crisis económica mundial desde el crack de 1929, el desgaste del partido en el gobierno está más que descontado pero, el hecho de que ambos candidatos hayan suprimido su presencia pública en el fin de semana de la víspera, da la medida de que se lo toman muy en serio, máxime teniendo en cuenta que hay un 30% de "indecisos" y que hasta el rabo todo es toro.

Mucho se ha hablado del debate de esta noche. Últimamente sobre el coste del mismo, lo cual me parece un tanto absurdo. Cuesta lo que vale retransmitir la señal en directo para decenas de televisiones del mundo, dar servicio a más de trescientos periodistas acreditados, etcétera, etcétera. Como demócrata, recurrir al absurdo y demagógico argumento de lo que cuesta emitirlo en directo, cuando se tira el dinero a espuertas en chorradas -incluido cubrir la boda de alguna folclórica- carece de comentario. Cuestión diferente es que algunos echamos de menos un debate más plural entre los candidatos a la presidencia del gobierno de más partidos. Entiendo que PP y PSOE representan a más del 80% de los votantes de las últimas elecciones pero, no podemos obviar que, al final, el partido que acaba ganando las elecciones obtiene el apoyo de más o menos un 30% de los votantes, descontando la abstención, por lo que, abrir el espectro para que al menos algún indeciso pudiera decidirse sería más lógico, plural y democrático. En autonomías como Cataluña o País Vasco en todas las elecciones autonómicas se producen debates con seis o siete candidatos. Y si nos vamos a una democracia con muchos más años de tradición, como la norteamericana, los candidatos que terminan siéndolo, tienen que pasar por al menos una docena de debates, incluyendo las previas de su propio partido, para terminar optando a la candidatura a presidir su país.

Aquí, con una democracia aún en periodo infantil en comparación con otras con mucho más solera, parece que el interés es que al final seamos de un color o de otro. Y muchos intentan convencer a la masa, de que votar opciones minoritarias es un voto perdido. Más allá del hastío que provocan demasiados abusos por parte de una parte de la clase política, de observar como se dejan en el cajón problemas que no interesa abordar: ley electoral, supresión del senado y diputaciones, limitación de mandatos, reforma de la ley educativa o de la legislación en materia de trabajo, etcétera, etcétera, siempre es interesante escuchar qué propuestas tienen los partidos. Luego, la "realpolitik" y la situación económica colocarán a más de uno en su sitio pero, al menos, a priori, los que tenemos cierto interés por la política queremos saber qué propone cada partido. Es la única manera de luego poder pedir cuentas y cada cuatro años tomar decisiones.

En el sentir de la gente cada vez está más asumido que quien gane las elecciones el día 20, no va a solucionar los problemas del país en una legislatura. Esto es una crisis sistémica y todos, absolutamente todos los gobernantes a los que les ha correspondido gobernar con ella, están sufriendo el desgaste y, en la mayoría de los casos, la pérdida del gobierno. Esperemos que las necesarias reformas se lleven a cabo sin perder de vista los derechos fundamentales que han costado más de cien años conseguir y que, de una vez por todas, llegue el momento en que los políticos que han despilfarrado, se han corrompido y han administrado los recursos públicos irresponsablemente, respondan de sus actos. Sería también un signo de madurez democrática. A pesar de todos los pesares, la democracia ha costado mucho de conseguir y caer en el derrotismo de que todos son iguales me parece que es una conclusión interesada de unos pocos.