Última entrevista en Radio Ibi correspondiente al 10 de ABRIL del año 2015

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lunes, 10 de octubre de 2011

Medalla de oro para un corazón de oro


FOTO INFORMACIÓN digital

El pasado viernes se llevaba a cabo el acto formal de entrega del escudo de oro de la Villa de Ibi a don Luis Satoca Ricart, vecino ibense que se ha hecho acreedor de dicho galardón por sobradísimas razones. No es el objeto de esta entrada reiterar su extenso currículum de aportaciones intelectuales, colaboraciones literarias, actividad social, cultural y política a la historia de nuestro pueblo, de las que destacan la fundación del Centro de Estudios Ibenses.

Mis compañeros de corporación que cuentan con blogs han hecho sendas entradas dedicadas a la figura de Luis Satoca, que también recomiendo leer, así como hoy aparece reflejado en el diario Información, al que también podéis acceder pinchando en este enlace. Yo, por el conocimiento personal que he tenido la suerte de tener de la persona de Luis Satoca, quisiera tocar sobre todo su aspecto humano. Allá por el año 1986 si mal no recuerdo, mi padre y Luis Satoca iniciaron su colaboración profesional. Luis había alcanzado ya la edad de jubilación. Yo era un adolescente de quince años y fue entonces como conocí a Luis como todos lo recordamos, con esa espesa mata de pelo blanco, unos profundos ojos claros con unas espesas cejas y una sonrisa plácida que remataba la expresión de la bonhomía y que no hacía más que reflejar lo buena persona que es.

En aquella pequeña oficina de la Calle Federico García Lorca detrás del mostrador se veía a Luis en su mesa del fondo, con sus carpetas en varios montones donde el iba trabajando en diversos temas. Uno de los que le absorbió el tiempo durante muchos años -al menos que yo recuerde- era un callejero de Ibi donde el quería glosar el origen de los diferentes nombres de las calles de nuestra villa, el origen de su etimología y algún día, cuando le fuera posible, publicar un libro al respecto. Otra de sus grandes pasiones era el estudio del Cosmos. Recuerdo que leía con avidez a Carl Sagan y cada vez que yo iba al despacho siempre tenía un rato para explicarme lo último que había leído al respecto. También leía todo lo que llegaba a sus manos sobre Historia de España y sobre la guerra "incivil". Recuerdo que Luis renegaba de aquel encuentro fraticida que por su edad le había tocado conocer en primera persona, viendo cómo el ser humano saca lo peor de sí mismo, y jamás mostrando un atisbo de rencor. Más bien al contrario, de contrariedad y frustración por lo poco que aprendemos de nuestra historia.

Otra faceta que recuerdo de Luis era lo unido que estaba a su esposa, Brígida, de la que siempre desde el sentido del humor y el cariño, nos contaba anécdotas de las pequeñas discusiones que tenía con ella. Para Luis, su esposa, persona muy ordenada y pulcra, era su complemento, su media naranja. Tuvo la desgracia de perderla hace pocos años y he de decir que desde entonces Luis ya no ha sido el mismo. Son personas que han pasado tantos años el uno al lado del otro que cuando uno se marcha, su vida cambia completamente porque les falta algo. Hasta no hace mucho, con noventa años cumplidos todavía, veía a Luis cruzar el desvío a por el pan. A pesar de su avanzada edad, casi todos los años nos hacía alguna visita al despacho y nos acompañaba a la comidad de Navidad de la empresa. Recuerdo como todos los años el día de Santa Ana, siempre tenía con mi padre su particular "ritual" de irse al bar Farina a tomarse una cerveza con una tapa y esperaba ese rato con la ilusión de quien sabe que en la vida hay que saborear los momentos sencillos. Disfrutaba subiendo a la caseta a quitar cuatro hierbas y a hacer pequeños arreglos. Ha sido siempre un profundo creyente y una persona amante de la vida, de la buena conversación, de los suyos y como no, de su querido Ibi. Ahora, cercano a los 92 años, la salud y las limitaciones propias de la edad le impiden hacer muchas de las cosas que solía, pero a los que hemos tenido la suerte de conocerlo en plenitud, nos queda aprender a envejecer cuando nos corresponda con esa calidad humana que, indudablemente, sale fuera y se contagia a los demás. Enhorabuena Luis y familia

1 comentario:

  1. Efectivament, una gran persona i un gran cor. S'ho mereixía. m'alegre de tot cor per ell
    Ramón

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