Hoy puede ser un gran día...

13 años en imágenes de Lotte Hofmeester

Esta mañana a primera hora he acompañado a mi hijo para coger un autobús que le llevaría a pasar un día de competiciones deportivas en Valencia, junto a niños de su mismo curso de otros colegios. Ayer ya estuvo todo el día recordándomelo. "Papá, mañana tengo que levantarme más temprano". "Papá, antes de las 8 de la mañana tenemos que estar donde nos recoge el autobús". "Papá, tengo que tenerlo todo preparado". Hoy, sin necesidad de despertador, y una hora antes de lo que lo hace habitualmente, él solo se había despertado. "Papá, no tengo nada de sueño". No hay motor más potente que la ilusión, te quita hasta el sueño.

Camino del colegio me apremiaba, "papá, date prisa que hay que estar antes de las 8". Un simple día de convivencia escolar es como una inyección de "entusiasmina", no hay medicina mejor. Lo miras, observas sus gestos, su cara. La ilusión con la que revisa si lo lleva todo en la mochila. Y echas la vista atrás y te pones en su piel cuando tenías su edad, hace ya muchos años. Una de las mejores cosas de tener hijos, a parte de que te dan cosas que no te las da nada más en la vida, es que son una inyección constante de ilusión por cosas sencillas. No hay mezquindad. La fé en sus padres es inquebrantable y todo, absolutamente todo, está por hacer y por descubrir.

Sé que en pocos años le cambiará la voz y la fisonomía. Ahora todo quiere hacerlo conmigo. Dentro de poco, antes de lo que me espero, la influencia de las amistades, del entorno y de la tecnología ocuparán parte del espacio que ahora ocupamos sus padres. Ayer alguien colgó en las redes sociales el vídeo que un padre holandés ha grabado a su hija Lotte, durante 13 años de su vida. Todos los días unos segundos. En tres minutos pasamos de ver un bebé sonrojado y mofletudo a una preadolescente. En la realidad no pasa tan rápido pero casi.

Hoy cuando veía a mi hijo mayor irse de excursión trataba de atrapar ese instante en mi retina y conservar esa ilusión que todos algún día hemos tenido por las cosas sencillas. Es la vida, así, sencillamente. Luego la vamos complicando con cosas tan absurdas como inútiles. Por suerte, estas pequeñas inyecciones nos van ayudando a ver una magnífica mañana de primavera. En Ibi además las mañanas cuando el día comienza a alargar, son especialmente hermosas. Una oportunidad más para ilusionarnos. Una posiblidad más de dar, de recibir, de abrazar, de sonreir. Un día nuevo. No lo estropeemos