Sentido común, por favor...

El 30 de mayo de 2011, tan solo una semana después de las elecciones municipales, dedicaba una entrada en esta misma bitácora a uno de los gastos más cuestionables de los que se efectuaron en plena orgía de despilfarro de dinero público en los meses previos a esas mismas elecciones que citaba. La titulaba "dinero marchito", y pinchando AQUÍ podéis acceder a la misma y refrescar la memoria.

En su momento las bauticé como "FLOROBOMBILLAS", una horterada mayúscula tan innecesaria, como costosa de mantener y que no aportaba nada, absolutamente nada, a un casco antiguo abandonado a su suerte desde hace años. El pasado lunes tuvimos la segunda reunión de presupuestos con la presencia de las responsables de dos concejalías, en una "ronda informativa" para explicar qué quieren destinar de sus respectivas partivas en los próximos presupuestos, qué podemos aportar o sugerir los grupos y, en definitiva, para intentar que el escaso dinero público con el que puede contarse para inversiones o mejoras se invierta del mejor modo posible. Vaya por delante que la reunión entiendo que fue eminentemente positiva, ya que cuando personas normales, que vivimos en el mismo pueblo y conocemos los problemas, hablamos para intentar buscar soluciones, el resultado suele ser casi siempre positivo. Ven más veinte ojos que sólo 2.

Una de las concejalas que compareció fue Fuensanta Carrillo, responsable de una de las áreas más complejas de gestionar, como es la de servicios públicos. Compleja por la amplitud de ámbitos a que afecta y porque, seguramente, es la que mayor percepción directa e inmediata tienen los ciudadanos respecto de su funcionamiento. Los concejales de los diferentes grupos le aportamos diferentes sugerencias sobre áreas a mejorar y le propusimos incluso mejorar dotación presupuestaria y de plantilla (dentro de los escasos márgenes que permite la ley de ajuste) eso sí, recortando en otras áreas supérfluas o donde hay reservas de presupuesto que se dotan y no se usan. Una de las sugerencias que le propuse a la concejala, que no cuesta ningún dinero, era suprimir directamente estas florobombillas. El espectáculo que se monta, cada vez que hay que regar o sustituir el engendro floral, con dos o tres personas de la brigada dedicando varias horas al mantenimiento de la "ocurrencia electoral" es, en mi modesta opinión, un vivo ejemplo de lo que es maladministrar el dinero público y no optimizar los recursos. He de decir, por cierto, que la concejala coincidió totalmente con mi opinión y junto con otra compañera de su grupo, llegaron a la conclusión de que ese engendro sobraba ahí.

Uno con un "torito" subido a la acera, otro encima del torito con una regadera de lo más surrealista y otro controlando para no atropellar a ningún peatón en la extraña maniobra ni dañar tampoco ningún vehículo. Las horas que se dedican a ese inútil menester, del que los funcionarios no tienen ninguna culpa porque es lo que les mandan, se podrían dedicar a los cientos de rincones que en la localidad hay abandonados a su suerte. A las cientos de pintadas que afean nuestro casco urbano. Y como lo anterior, pues todo lo demás. Si en campaña electoral no se hubiesen tirado paletadas de dinero público para hacer unos horrorosos maceteros de obra, ahora no habría nuevos cientos de rincones con plantas secas y afeando el casco urbano. La máxima debería de ser antes de gastar un solo céntimo de dinero público, pensar en su coste, su mantenimiento posterior, su verdadera utilidad y en cuáles son las verdaderas prioridades. De lo contrario tendremos, como ahora, cientos de rincones que no se pueden mantener, donde el mobiliario urbano lo único que hace es afear por su deterioro, mientras cuestiones esenciales, como la limpieza, el alumbrado público o el transporte público son deficientes o directamente no existen.