El encierro de la dignidad

Leía ayer en otra bitácora una demoledora frase de don Miguel de Unamuno sobre los españoles, de quienes afirmaba que éramos “un pueblo enseñado a huir de la verdad, a transigir con la injusticia y a soportar la opresión”. Poco han cambiado las cosas, don Miguel, el mismo que dijo delante del atrabiliario Millán Astray aquello de "venceréis, pero no convenceréis", cuando las tropas franquistas invadían las aulas de la Universidad de Salamanca.

Ayer por la tarde acompañábamos a los alumnos, monitores y personal del Taller Ocupacional San Pascual en el enésimo acto reivindicativo en protesta por los atrasos de la Generalitat que, de no cambiar, pueden abocar a este ejemplar Centro a una situación irreversible. Digo irreversible porque la actual situación ya es desesperada. Los casi sesenta alumnos que a diario acuden a este centro, todos ellos hombres y mujeres con discapacidad de varias poblaciones de toda la comarca, estoy seguro de que comprenden bien lo que pasa. A muchos de ellos que viven en nuestra localidad los conocemos por su nombre, David, Javi. Nos abrazan cuando nos ven. Te recuerdan que su equipo ganó ayer o que el tuyo perdió. Te dicen que el otro día te oyeron por la radio o te vieron por la tele. Nos invitan cada año a sus celebraciones. Nos animan a que les acompañemos en su ya tradicional cremá de la falla del taller ocupacional. Son personas realmente especiales que tienen en el centro, en sus monitores, en las actividades que allí realizan, su familia, su otro hogar, el lugar donde les ayudan a realizarse como personas y a integrarse en una sociedad cada vez más individualista.

Considero que los impuestos que pago, junto con los otros dieciséis millones de españoles que tenemos la suerte de tener trabajo e ingresos, deben de servir fundamentalmente a mantener un estado sociail y democrático DE DERECHO. Más de ochocientas empresas pequeñas y medianas pueblan los casi tres millones de polígono industrial de Ibi, el segundo más grande de la provincia de Alicante. Eso supone, amén de otras muchas cuestiones, que Ibi aporta muchísimos impuestos a todas nuestras administraciones. Muchos más, hasta diez veces más en proporción al número de habitantes, que otras poblaciones. Ibi no cuenta con apenas servicios, no tiene sede universitaria, no tiene hospital, para hacer una radiografía si se acude en periodo de urgencias te siguen enviando a Alcoy. Esto último no me lo han contado, lo he vivido recientemente. Tenemos un palacio de Justicia que vino a inaugurar el expresidente de la Generalitat y que nos deben entero. Tenemos un Teatro que ha tenido más de tres millones de euros en sobrecoste y que también vino a inaugurar la consellera Trini Miró, de la vecina localidad de Alcoy. La misma consellera que no ha pagado ni un sólo euro de la subvención firmada para el equipamiento pero que sin embargo sí destinó, agárrense bien, más de 10 millones de euros para la exposición la luz de las imágenes en su ciudad.

Si la frase inicial de Miguel de Unamuno se atribuía a todos los españoles, creo que puede aplicarse aún más a los sufridos ciudadanos de Ibi. A lo largo de nuestra historia, pero especialmente en todo este siglo de actividad industrial, los miles de trabajadores, autónomos y empresarios de Ibi han cotizado, han pagado impuestos y han contribuido para que esta pasada noche los trabajadores, familiares e internos del centro no hubieran tenido que encerrarse por que les deben 120.000 euros. ¿estamos todos locos? ¿van a permitir los concejales del PP que nos sigan toreando así? ¿tanto vincula el partido, tanto le deben? Ayer estábamos uniéndonos a su protesta concejales de todos los partidos de la corporación. Pero a la vista está que no está siendo suficiente. Cuando se llega a la situación en que una alcaldesa que comparte escaño con quienes permiten que se llegue a esta situación, consiente que la semana pasada no tuvieran ni para llenar el depósito de gasoil, es que esa alcaldesa no está ya hace tiempo en lo que tiene que estar. Cuando una sociedad permite que esto pase, es que el pueblo está demasiado dormido. El taller ocupacional, sus trabajadores y sus internos nos necesitan. Quizás mañana nos toque a nosotros. Ibi tiene que despertar.