Desde hace ya muchísmos años, el servicio que ofrece Iberdrola en nuestra localicad es manifiestamente mejorable, por no cargar demasiado las tintas. Eso sí, todos los que estamos leyendo estas líneas, al igual que un servidor, habremos experimentado en nuestros recibos de la luz una subida exponencial. Cada año pagamos más, y el servicio es peor. De hecho, tendría muchísimo interés en conocer, del infumable desglose de letra diminuta que hay en el recibo, qué porcentaje dedican a mantenimiento y mejoras en la red.
Digo conocer qué invierten, porque cobrarnos por ese concepto, está claro que nos cobran. Así, en Ibi, cada vez que caen cuatro gotas o hace un levísimo vientecillo, los cortes de luz de hasta varias horas son la norma. Ya no hablamos de los famosos "microcortes", que se producen prácticamente todas las semanas y que producen averías multiples en equipos electrónicos demasiado sensibles.
Sin embargo, cuando estas empresas que actúan en el mercado en régimen de pseudomonopolio publican sus cuentas anuales, dan unos beneficios multimillonarios. Es el resultado de una ecuación perfecta. Disponen de millones de usuarios que no pueden escoger por un servicio del que no pueden prescindir, y sus inversiones en mantenimiento y mejora de la red son mínimos cuando no inexistentes. Claro está, indudablemente, en el consejo de administración de Iberdrola, como en el de Endesa, Telefónica y otra treintena de empresas que en su día fueron privatizadas, hay legión de expolíticos de los dos grandes partidos que han dirigido los destinos de este país durante casi cuarenta años.
Es lo que se conoce como sistema de "puerta giratoria", o lo que es lo mismo, cuando dejo la poltrona de diputado, senador, ministro, secretario de Estado o presidente del Gobierno o Comunidad Autónoma, dispondré de un sillón, un cargo, un sueldo, un despacho y un coche oficial mucho más confortables. Los 8 o 10 años que algunos dedicaron a la vida pública, van a verse recompensados ocupando los consejos de administración de estas empresas. Evidentemente, nada es gratis. Y a cambio de esos puestazos y sueldazos, toda la normativa que permite que estas empresas sigan actuando en régimen de monopolio, sangrando a los consumidores, prestando servicios manifiestamente mejorables y forrándose, seguirá exactamente igual.
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