Es posible que en los últimos años un servidor se haya vuelto excesivamente cínico, al ver de cerca los entresijos de la política municipal. Mejor dicho, de la mala política municipal. Corrijo, en el caso del gobierno de nuestro ayuntamiento, de la nefasta política municipal. La política no es mala, es más, es necesaria para la organización y funcionamiento de cualquier régimen democrático. Sin embargo la mala política o las malas prácticas valiéndose de la política son como un cáncer, y llevamos padeciendo en nuestro país los peores síntomas de un tumor que ha hecho metástasis. Más de 1.800 casos de corrupción lo atestiguan, al margen de la mediocridad general imperante de un montón de gente que no ha hecho otra cosa en su vida y que hace lo que sea por el sueldo. Mediocridad que luego se traslada a una gestión igualmente mediocre, cuando no nefasta.
Pero no, al igual que la educación no es mala, sino necesaria, no hay que confundirla con la mala educación. Ni el deporte, que es una práctica excelente, pero el dopaje para obtener victorias y ganancias ilegítimas es nefasto para el propio deporte. Hecha la anterior aclaración, estamos viviendo en estos días 2 ejemplos de porque la gente esta hasta los mismísimos de la política y los políticos, también un servidor. Son dos ejemplos de la mala política y de por qué la gente piensa, no sin razón, que sólo están para servirse de ella, vivir de ella y todo a costa del sufrido ciudadano.
Escuchamos con frecuencia que, por ejemplo, Mariano Rajoy, tiene su plaza de registrador de la propiedad, siendo titular de la plaza de Santa Pola. Hemos oído mil veces que siendo registrador podría haber ganado muuuuucho más dinero y vivir muuuucho mejor y sin más preocupaciones. El anterior argumento era para vendernos la moto de que su continuidad, por tanto, al frente de su partido (cuando era oposición) y ahora que es presidente del gobierno, era por una auténtica vocación de servicio. "Fíjate tú, este hombre podría estar ganando mucho más dinero dedicándose a su plaza de registrador de la propiedad". Ahora va y nos enteramos, que a parte del sueldo que tenía como presidente del partido popular, que superaba los 100.000 euros anuales y de otro tanto que percibía como portavoz en la oposición, había recibido en los últimos años más de 1'5 millones de euros en sobresueldos, de esos que presuntamente y al parecer repartía Bárcenas. De Rajoy para abajo, el resto también cobraban su correspondiente sobresueldo. Así que no nos cuenten a los demás todo eso del sacrificio, del esfuerzo y tantas gaitas.
Por otra parte, se ha llevado una proposición para incluir en la reforma de las administraciones públicas, la supresión del privilegio del aforamiento de que disfrutan en España nada menos que 8.000 cargos, carguillos y carguetes. Desde diputados autonómicos, senadores, diputados nacionales, etcétera, etcétera. Resulta que al final, UpyD se ha quedado prácticamente solo con esta propuesta y, a la hora de la verdad, PP y Psoe dicen que eso de suprimir este privilegio, que nasti de plasti, que hay mucho cargo de ambos partidos implicado en casos de corrupción, los imputados son legión, y que por si acaso "vamos a mantenerlo". Luego a seguir votando a los partidos mayoritarios, que no digan que no nos va la marcha. Así, la inflamación testicular u ovárica del ciudadano medio va in crescendo. No es de extrañar
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